

3-En otros puntos negros, el Ministerio de Fomento ha habilitado exención de peajes (tramos de andalucía ), tarjetas descuento(Gobierno de Navarra), o inicio de obras de Autovía gratuita. Sin embargo, en ésta: ...(visionen ahora una planta rodadora).
Provocado por tamaña injusticia, la Justicia G tomó cartas en el asunto. Como es justa, siempre dá una oportunidad de retractarse a los culpables.
Hector siempre llegaba puntual a la cita. Le parecía que llegar tarde era despreciar el tiempo de sus amigos, que no tenían porqué aguantarle la espera como si fuera la reina de Saba. Sin embargo, sus amigos siempre llegaban tarde, 10, 15, 20 minutos, o incluso más, sin dar ninguna excusa, y eso que vivían en la misma manzana; mientras que Hector tardaba casi una hora en llegar a la puerta de la carnicería donde siempre quedaban.
En esos años de impuntualidad excelsa, también acechaba el cambio climático. Tras una ola de predicciones catastroficas del estilo de El día de mañana” o “Vulcano”, los países más poderosos, capitaneados por San Marino, decidieron congelar a todos los seres vivos útiles. Todo al estilo Walt Disney. Tan sólo permanecieron sin congelar esperando tranquilamente su fallecimiento el hermano menos feo de los Calatrava, Manuel Barragán, Pizo Gómez y Benito Camelas. Ah, sí, y Manu sánchez.
Al despertar de la criogenización, el mundo había cambiado en cuanto a diferentes conceptos. La justicia se impartía rápido y de forma algo peculiar. Tras comentar los cambios experimentados, Hector y sus amigos continuaron su rutina(accesoria) de quedadas e impuntualidades severas.
Héctor, harto de tamañas pequeñas injusticias, fue al nuevo Tribunal de
Los amigos, Javier, Fermín y Kepa estarán confinados en habitáculos amplios el tiempo necesario para compensar la suma de todas las impuntualidades. En total, 13 días, 20 horas y 35 minutos. Ese sitio será una especie de platós (uno para cada uno), y tendrán el atrezzo suficiente para emular las condiciones de espera en la carnicería donde quedaban. Así, se recreará un local igual, con el bus nº 156 pasando cada 10 minutos y figurantes paseando (a los cuales tan sólo se les podrá preguntar la hora).
Algunos lo llamaron secuestro, otros detención ilegal, pero tan sólo era Justicia G, insegura, sorpresiva, singular pero, a veces, incluso justa.
“¡¡Llamando a Justicia poetica, por favor!!¡¡Llamando a Justicia poética, por favor!!”
Alfredo baja cada día a las 13:52 minutos a comprar media barra de pan a la misma panadería-franquicia de siempre. La misma desagradable dependienta le cobra 48 centimos, dejandole los dos centimos de vuelta en el mostrador, mientras él pone la mano para nada. No va a otro sitio porque tardaría más tiempo, y no quiere alejarse de su domicilio. Es la única vez al día que abandona el hogar.
A las 13:58 sube, arregla la comida y come a las 14:27, para ver, sucesivamente, los deportes de
A las 15:04 echa una siesta.
Cada día que pasa se le hace más difícil salir a la calle. De hecho, cada vez tarda más en abrir las persianas, hasta que un día deja de abrirlas y usa siempre en casa luz artificial (de bajo consumo). La luz natural le empieza a turbar. Tras diferentes experiencias en paginas web, descubre que pueden traerle todo lo necesario (incluido el pan). Tras los primeros intentos, conoce a un repartidor al traer un pedido y establecen un acuerdo. El repartidor traerá el pan todos los días, junto con el resto del reparto.
Este acuerdo hace que Alfredo ya no salga más a la calle. Su jaula de cristal está ya cerrada. Nadie osará ya perturbarle su actividad. Pero necesita más. Tras un capitulo de Bricomanía, realiza una especie de gatera en la puerta de entrada.
Tras una renovación del acuerdo con el repartidor, quedan en dejarle el pedido por la “gatera”. Además, Alfredo le dará la basura en diferentes bolsas (amarilla, verde, negra y azul, según contenido) para que el repartidor la baje y recicle; todo ello, a cambio de una suculenta cifra.
Alfredo ya es libre del exterior: no necesita salir a la calle y ser molestado mientras ejerce su inconmensurable tarea.
De repente, Alfredo se despierta, empapado en sudor; inquieto, se da cuenta de que todo ha sido una pesadilla. Abre la persiana rápidamente y comprueba que la puerta de entrada no tiene gatera. Tras un rato en casa, se percata de la hora que es. Debe bajar a comprar el pan. Es la 13:52.
"¿dónde está el Tranquimazine? ¿dónde estaba aquello que guardabas para mí? ¿qué necesito? ¿que necesito?...contrarrestar lo demás."