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martes, marzo 18, 2008

Sístole, diástole


Desayuno con celeridad, no sin olvidar mis diez correspondientes campurrianas. Me alojo en el baño, esperando mi turno y oh, horror, descubro que soy más feo(todavía) que ayer. Bajo rápidamente a coger el 17, que quizás me lleve hoy puntual al Polígono. Me doy cuenta de que no llevo dinero para un cafese y saco en Ibercaca. El retardo me hace perder el autobús por milesimas...Sístole, diástole.
Agg.
En el polígono me necesitan (o eso creo); por ello bajo a por el coche y salgo manteniendo con dignidad una compostura ya perdida. Un semáforo en ámbar me llama y corro presto a su encuentro. Dos peatones intentan cruzar delante de mí sin éxito. Por fin, llego a la rotonda previa al Polígono. Mis tentaciones suicidas aguardan mejor ocasión, y realizo un ceda el paso la mar de digno. Tan digno que no paso. Marabunta de feroces camiones...en la rotonda y también detrás de mí esperan mi decisión. Sístole, diástole.

Veo una señal, donde marca: Ralentización, 1 km.

Tomo la opción más ?¿; salgo del coche, abandonándolo a una muerte segura por insultamiento.
Me dirijo, cada vez más sereno hacia el camino marcado.
De repente, veo aparcada una bicicleta en un banco de parque, un periódico de domingo, y una botella de Aquarius naranja. Mi calma aumenta y el ruido se aleja.


"Que bien se está cuando se está bien", Francisco Rabal, en "Pajarico", de Carlos Saura.