Las cosas buenas siempre acaban. Tras un año lleno de ilusión y felicidad, se ha acabado la gira de Héroes. Que son los mejores, ya lo sabíamos. Que mueven masas, también. Pero queríamos volver a verlo, once años después, han hecho una gira espectacular, con dos horas y media de concierto, desplegando su fuerza pasional.
Algunos (los de siempre) han dicho que vuelven por dinero. ¿y?. Lo importante es que han hecho inmensamente felices a tanta gente y eso no se paga con dinero.
Afortunadamente, he podido ir a tres conciertos (Zaragoza, 2, y Valencia ), y algunos momentos son imposibles de olvidar: Las pantallas iniciales sonando el estanque, 85.000 personas a la vez gritando ¡¡héroes, héroes!!, los acordes brutales saltando en “Nuestros Nombres”, “Maldito Duende”, o la magia de “Opio” y “Heroe de Leyenda”. Por decir algo, porque estos conciertos no se describe con palabras, sino con sentimientos. Como ver subir al hijo de Cardiel, dandole un abrazo a Bunbury en La Romareda(foto).
Ha habido cosas malas: infierno pre y post concierto en Valencia (afortunadamente, llegué a tiempo y volví rápido, un milagro), precio de las entradas, su forma de comprarlas y el hecho de que en Zaragoza no hicieran un guiño más especial. Sin embargo, lo bueno supera a lo malo con creces.
Ojalá vuelvan, pero si no es así, todos nos hemos quitado una espina enorme que teníamos clavada en el corazón. Y si tengo nietos podré decirles: “sí, estuve allí, y sí, eran tan grandes”.
Se acaba la historia, y comienza la leyenda.
Heroes para siempre
Algunos (los de siempre) han dicho que vuelven por dinero. ¿y?. Lo importante es que han hecho inmensamente felices a tanta gente y eso no se paga con dinero.
Afortunadamente, he podido ir a tres conciertos (Zaragoza, 2, y Valencia ), y algunos momentos son imposibles de olvidar: Las pantallas iniciales sonando el estanque, 85.000 personas a la vez gritando ¡¡héroes, héroes!!, los acordes brutales saltando en “Nuestros Nombres”, “Maldito Duende”, o la magia de “Opio” y “Heroe de Leyenda”. Por decir algo, porque estos conciertos no se describe con palabras, sino con sentimientos. Como ver subir al hijo de Cardiel, dandole un abrazo a Bunbury en La Romareda(foto).
Ha habido cosas malas: infierno pre y post concierto en Valencia (afortunadamente, llegué a tiempo y volví rápido, un milagro), precio de las entradas, su forma de comprarlas y el hecho de que en Zaragoza no hicieran un guiño más especial. Sin embargo, lo bueno supera a lo malo con creces.
Ojalá vuelvan, pero si no es así, todos nos hemos quitado una espina enorme que teníamos clavada en el corazón. Y si tengo nietos podré decirles: “sí, estuve allí, y sí, eran tan grandes”.
Se acaba la historia, y comienza la leyenda.
Heroes para siempre
