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lunes, marzo 30, 2009

El absoluto control del factor Tiempo

Ataulfo no conseguía conciliar el sueño con facilidad. Le molestaba el ruido más sutil; de hecho, escondía los despertadores “de aguja”, porque odiaba el tic-tac del segundero. Su madre, a veces, le decía:
- ¿Ata, donde está el reloj de pared de la cocina?
- Lo he guardado; me molestaba.
Ese tic-tac retumbaba en su cabeza a pesar de que, a veces , no había ningún reloj cerca. Él no llevaba nunca relojes encima, pero controlaba exactamente el tiempo al segundo.
Una vez, pensaba que tenía los poderes de Shylar, de la serie “Heroes”, que podía captar los poderes de otros superhéroes porque entendía los cerebros como si fueran relojes; de esta manera, intentó, a modo de prueba, aprobar unas oposiciones de Notario intentando extraer la sabiduría del que mejor se lo sabía. Sin éxito, claro.
Un sábado, Ataulfo había quedado con sus amigos en un bar; tras 58 minutos de espera solitaria, decidió marcharse. Diversos sms acudieron a su móvil: “Se ha muerto la iguana de mi vecino. Llegaré más tarde”, “los bomberos están rescatando mi dignidad. No tardaré”; otros ni siquiera avisaban. Ataulfo consideraba la impuntualidad un absoluto desprecio a su tiempo, y, por ende, a su vida, porque la vida, a fin de cuentas, era tiempo; más o menos, pero tiempo, al fin y al cabo.
Consideraba que el inventor del móvil era un impuntual de cojones, y con su instrumento, tenía la vida solucionada y la excusa perfecta. De hecho, pensaba que todas las compañías de móviles estaban presididas por impuntuales. Añoraba aquellos viejos programas como “el tiempo es oro” en el que Constantino hacía tensionar a los concursantes tan sólo con un reloj y ciento cincuenta kg de enciclopedias. Ahora todo puede esperar.
Ataulfo se marchó del bar donde habían quedado, tirando el móvil a la basura al ir hacia su casa. De camino, vió un bar que se llamaba “La hora feliz” y entró. El nombre le tentaba. Era un puticlub, donde señoritas no muy bellas, pero sí dispuestas, le ofrecían carne por dinero. Accedió a un servicio, tras consultar tarifas: media hora, 65 euros.
Subió con una tal Gladis (al menos así se hacía llamar), y, cuando Ataulfo estaba a punto de terminar, se paró y comentó:
-ay, perdona, me he pasado del tiempo, ¿no?
-No, aún te quedan 3 minutos- contestó Gladis
Ataulfo, con una sonrisa de fascinación, le dijo:
-Me encantas. ¿A que no sabes por qué?
Gladys ya había oído muchas declaraciones de amor, sobre todo en sus años mozos, pero le siguió el juego:
-por mis tetas
-No
-¿por mi culo?
-No
-Por mi cuerpo…
-No, no. Me encantas por tu absoluto control del factor Tiempo. Me he fijado que no hay ningún reloj en la habitación, y, aún así, te he preguntado y sabías cuanto tiempo restaba exactamente. Perfecto.
Gladis retrocedió hacia la salida, mientras mantenía una sonrisa forzada y fingida. Al salir, se le oyó susurrar a su chulo:
-Rodolfo, echa a este pirado.

domingo, marzo 15, 2009

Mitificaciones municipales: Gistain/Chistau (Huesca)


Comenzamos sección: pueblos escondidos, para algunos desconocidos, hermosos y, desde ahora, mitificados al extremo.
Gistain (Chistau en fabla aragonesa) es un lugar recóndito del Valle de Gistain(Bal de Chistau), al que dá nombre. Yendo hacia Francia por Aínsa, antes de llegar a Bielsa, te internas hacia Plan y subiendo un minipuerto, llegas hasta Gistain, el último pueblo de la carretera. enclavado entre las montañas del Pirineo, aislado en invierno, es el único lugar en Aragón donde he oído hablar fabla(de hecho, tienen su propio dialecto: el chistabín). Bien conservadas sus casas, y un magnífico torreón, como edificio más visible.
Se puede subir andando desde Plan, por una cuesta desde donde se van contemplando Plan y San Juan de Plan entre los picos del Parque Natural Posets Madaleta.
Puedes hacer excursiones a algún Ibón: el de Ordiceto o Bassa la Mora, y , si vas prontito y en completo silencio, ver como pastan los sarrios. Y luego, bajar a la pastelería de Plan a comprarte un buen croissant.
A veces, en la maraña del asfalto, me imagino allí aprendiendo de los mayores antiguas historias para contar al turisteo agostil, mientras se oyen los pajaricos al albor de la mañana. Tan sólo es eso, imaginación, pero el sitio existe, para quien lo quiera visitar.
Advertencia: No se lo digais a cualquiera, sólo a quién vaya a saber disfrutarlo.

lunes, marzo 09, 2009

Infierno, muerte y destrucción


El logopeda me ha mandado callar, dice que tengo unos nódulos en las cuerdas vocales que me causan dolor al forzar la voz. El silencio es algo que no me puedo permitir todavía, porque tras esa puerta sólo está el vacío. El vacío de no explotar para alcanzar tu propio paraíso diario, el vacío de la autorepresión, consciente de limitarte tu libertad de acción.

Todos hemos deseado ser Michael Douglas en Un dia de furia, mientras cogemos una recortada y damos rienda suelta a nuestros deseos más internos: entrando al bar donde está ese gordo que me pone cara de perro cuando me vé o disparando a ese yuppie engominado, porque sí, por que me cae mal, violencia por violencia. Videojuego real.

Ya, ya, el logopeda ha suavizado su tono. Mi lengua voraz ejercía de recortada y estaba subiendo el volumen de mis acusaciones. Me recomienda que hable bajo y no grite. Ejerceré esta Stockoption y cargaré el silenciador a mi recortada , pero no dejaré de disparar. Si no disparo, tu bala de plata me alcanzará y estoy demasiado mayor para resucitar.


He vuelto. La lava es mi aliada.