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jueves, noviembre 27, 2008

Neomuertos

Rodolfo paseaba tranquilamente por el paseo, sin percatarse de la nueva realidad que le rodeaba. Una nueva especie habitaba entre la sociedad, creciendo en número de forma alarmante, sin que nadie se percatase de su poder destructor. Se trataba de los neomuertos, gente sin ilusión, sin alma, donde las arrugas mentales les atrapaban hasta dejar sus pieles taladradas de tedio e indiferencia.
Rodolfo tenía 35 años y pertenecía a esa clase de personas alegres y joviales por naturaleza. Trabajaba en un banco, con lo que conlleva de desprestigio social; los bancos son unos estafadores y suelen atrapar en su secta al que cae: ya saben, extender el traje de trabajo a tu vida social, hablar de Indices Nikeis en tus ratos de ocio, o apretar la mano pensando que estás echando un pulso al Director de zona. Aberrante, lo sé, pero para el neomuerto es la base de su existencia. .
Sin embargo, Rodolfo mantenía un cierto equilibrio para no perder el norte; hacía gracietas económicas incomprendidas en su sector, como decir en alguna reunión Tasa Anal en vez de anual, o meterse en marca.com en horario laborable de manera extrafurtiva.
Él se daba cuenta de que había multitud de neomuertos: aquellos que le miraban extraño cuando se mondaba viendo Shin Chan, los que les parecía inmaduro que siguiera divirtiéndose con los amigos en hermanamiento juvenil, gritando culos, tetas y penalty a todas horas.
La mayor ventaja que tenían los neomuertos era su capacidad de no sentir, de manera que no tenían cambios en los estados de ánimo; esta linea horizontal hacía desfallecer a muchos otros que, al ser normales, podían tener bajones, y ahí los neomuertos veían la oportunidad de enterrarles en vida, con su impenitente tristeza actuando como pala.
La mirada de un neomuerto era fría y dura, te estudiaba para buscar un punto flaco y allí atacaba sin piedad: un alma menos, un neomuerto más.
Rodolfo se aferraba a sus sueños, difíciles pero no imposibles, para subsistir. Realizaría todos los hermanamientos posibles para protegerse de esa lacra. Le serviría de inmunidad, como en el Pang, pero sin más vidas ni el Continue de opción B. Buscaría armas, apretaría el pulgar con fuerza para cargar la barra de energía en el momento de la lucha, y, sobre todo, se empeñaría siempre en seguir gritando jefe Bigum, amigos o Esquerdinha hasta el absurdo.

7 comentarios:

JL Gracia dijo...

Ohhh gran texto y grande Rodolfo!!!!!!! Mitifico a Rodolfo y al niño que todos llevamos dentro y defeco en los que se rien de cosas que haces que "presuntamente" para los neomuertos, son de crios. Grandiosooooo

Blas Agudo dijo...

ohhh que grande...Ahoramismo estoy rodeado de neomuertos que me miran raro...
yo solo pretendo darles miedo...

Mitificador dijo...

aL neomuerto se le debilita con el absurdo: si te tiende la mano derecha, dale el meñique de la izquierda. Cuidado con la fagocitación!!No se ha visto la muerte de un neomuerto, ya están muertos.
Un placer conocerte

Anónimo dijo...

A los neomuertos hay que darles miedo y escandalizarlos con palabras prohibidas que se follen a su conservadurismo

Anónimo dijo...

vuelvo pues ya parece que ese cabrón ursuspador ha desaparecido por completo,

Para mi no hay más neo muerto que los tibios de corazón que pasean por mi bar, tristes de espíritu que sólo saben hacerse pajillas pensando en las borrachas a las que miran como burdos y patéticos reprimidos. Me voy a hacer el telediario.

Anónimo dijo...

Ah y añadiré mi verdadera identidad.....No, mejor No que si No doy demasiadas pistas eN letras mayúsculas...

Anónimo dijo...

????????????????