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lunes, marzo 05, 2007

El hombre sin sobre

Erase una vez un hombre sin sobres. No tenía necesidad de ellos. Ese hombre daba golpes a la pared, y del techo caían manjares exquisitos, y frutas ya peladas.
Con la hierba y el cemento conversaba y el oráculo parecía. Ojo, parecía.
Un buen día, sin que nada hubiese cambiado, decidió andar. Y así le vimos partir, deseándole un buen viaje. Por fin.
Tres siglos más tarde, descubrimos que sólamente había dado la vuelta a la manzana. Un viaje, quizás, demasiado corto. Estaba cansado y aturdido ante el mundo. Así, siguió su antigua vida.
Un buen día, el techo dejó de manar. El hombre fué al estanco a pedir sobres, pero se agotó antes de solicitarlos.
Finalmente, decidió solucionarlo de la única manera que conocía: golpeando más fuerte la pared, hasta que el techo reaccionase.

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